CaYe

Ella tiene un anuncio en el diario ofrenciendo sus servicios. La manera de contactarla es sólo un número telefónico. Las citas de trabajo son en un café, un bar, un restaurant.


Las actividades y el precio son claros, hay ciertas reglas que seguir, formando un contrato verbal y de uso.


Es un trabajo oculto. Su familia no lo sabe. Tal vez nisiquiera en dónde vive

Como no sabemos nunca dónde andas,
a veces llegas tarde y a veces temprano, luego tienes cada moretón...

¿Perdida? ¿Inocente?


Sueña con alguien que llegue a su vida. Idealiza a aquél que conoció en una cita abandonada en un café. Ella es sincera. Él es incrédulo. No se habla más. En su mente sigue dando forma a su sueño, ahora con nombre y cuerpo. Esto podría resultar.


"Lo que siempre he querido es un novio que vaya por mí a la salida (de la escuela o del trabajo) para que todas lo vean y se mueran de envidia"


Él no puede ir por ella a la salida del trabajo. Ella no va a la escuela. Ese ideal es sustituido por su encuentro en una esquina.

Doña flor: Hola ¿cómo estás?
El fedro: Hola tortuosa Estela
Ando apurado.
Estoy terminando aquí y creo que me
da tiempo de ri por Meztli a su curso.
Doña flor: ¿En dónde está y a qué hora sale?
El fedro: En el Centro Cultural Helénico,
a las 5.
Doña flor: Tal vez... si te apuras.
El fedro: Bueno, nos vemos.

Sí, cuando algo te interesa lo buscas. Meztli te interesa y vas a buscarla. Te "ví" planear muchos encuentros, fue cuando más movido te noté. -Caye tiene razón-

Ella está tan ilusionada en ese encuentro que planea sea de entrega "Hoy el postre voy a ser yo". Alguien la obliga a brindarle sus servicios. La obliga. La magia se va. Ese cliente provoca que él se entere que ella fue sincera. Él cambia radicalmente. Los sueños de ella se esfuman.